Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

lunes, 29 de enero de 2018

Biografía de Eduardo Bonnín Aguiló

Eduardo Bonnín Aguiló. Nació en Palma de Mallorca el 4 de Mayo de 1917 en la casa residencia familiar, donde hoy está ubicado el bar Niza en el seno de una familia católica dedicada al comercio y exportación semimayorista de granos y frutos secos.
Era el segundo de 10 hijos del matrimonio D. Fernando Bonnín Piña y Dª Mercedes Aguiló Forteza.
Sus primeros estudios fueron en la Escuela Francesa, en el colegio de La Salle y su formación intelectual se dio con los Padres Agustinos, y sobre todo con profesores que sus padres contrataban en su domicilio.
Pero Eduardo decía que el primer profesor que tuvo en su vida fue su abuelo Jorge. Él fue quien le inculcó el amor por la lectura. Eduardo estaba convencido de que: “nada influyó en mí tanto como el obstinado y siempre creciente interés por la lectura”.
En 1936, tuvo una experiencia determinante en su vida: el servicio militar obligatorio, Lejos del hogar, simultáneamente entraron en su vida dos fuentes de conocimiento contrapuestas: la realidad, a través del contacto directo con el hombre profano del batallón, y el idealismo, a través de sus libros.
Providencialmente cae en manos de Eduardo el texto de un discurso que Pío XII había dado a los párrocos y cuaresmeros en Roma. Fue el 6 de febrero de 1940. El santo padre impulsa a buscar caminos “nuevos”, diferentes a los habituales, para hacer que todos, pero muy especialmente los alejados conozcan el Amor de Dios.
Tres principios se convierten en las directrices básicas del pensamiento de Eduardo: el amor de Dios, La amistad y La persona, especialmente los alejados.
En 1943 en el Santuario de Lluch, Eduardo participó en el segundo “Cursillos de jefes de Peregrinos” porque le convencieron. Vio que el mensaje estaba bien, los servidores del mensaje le parecían muy aburridos y dijo que eso se tenía que airear. No era solamente para ir a Santiago para lo que había que preparar a los asistentes, sino para la vida.
El momento crucial de la génesis de los Cursillos de Cristiandad es la fase inmediatamente posterior a aquella Semana Santa de 1943, en que Eduardo relaciona lo vivido en el Cursillo de Peregrinos con sus inquietudes personales más profundas y con su experiencia catalizadora de los ambientes descristianizados. Llegó a la conclusión de que algo a la vez similar y diferente de aquel Cursillo de Jefes de Peregrino, podría conseguir dinamizar en cristiano no sólo un acontecimiento determinado-como la Peregrinación a Santiago-, sino la vida normal y diaria de los ambientes reales y concretos.
De esta inquietud surge un texto-el esquema “Estudio del Ambiente”-que elaboró Eduardo este mismo año de 1943, y que expuso en público por primera vez en el Seminario Diocesano de Mallorca.
En este clima, y proyectando a la realidad su esquema de Estudio del Ambiente, Eduardo pensó y elaboró-desde se experiencia del Cursillo de jefes de Peregrino- todo un método que sirviera para fermentar en cristiano las personas y ambientes “alejados”, y para revitalizar en profundidad los más próximos.
Quizás el punto de inflexión en su actitud la marcara la intervención que tuvo Eduardo por invitación de Gayà, en 1944, en la “Escuela de Propagandistas” que este último dirigía, y en la que Eduardo expuso el esquema que había preparado como tema final de “su” método, el que pasaría a integrar el rollo de “Cursillista más allá del Cursillo.
Se celebró el primer Cursillo según los esquemas de Eduardo en un “chalet” de cala Figuera de Santany, en Mallorca, entre el 20 y el 23 de agosto de 1944.
El Director Espiritual de este primer Cursillo de Cristiandad de la historia fue el Reverendo D. Juan Juliá, actuando de “rector” Eduardo Bonnín y de “profesores” Jaime Riutord y José Ferrgut.
Aquel encuentro tuvo ya todos los elementos esenciales del Cursillo de Cristiandad, con la excepción del primer y el último de los temas tratados, que no se conformaran definitivamente en el método hasta la década de los 50.
Eduardo a afirmado muchas veces que desde este cursillo de Cala Figurera, en todos los demás ha seguido utilizando físicamente los mismos esquemas, materialmente los mismos papeles, queriendo así certificar que aquel fue íntegramente un auténtico Cursillo.
El segundo Cursillo de Cristiandad (aunque entonces solamente se llamaban Cursillos, a secas), tuvo lugar en el Santuario de San Salvador, en Felanitx, también en la zona sur de la isla, como el anterior, se celebró en septiembre de 1946, actuando de Director Espiritual nuevamente D. Juan Juliá; de “rector”, el propio Eduardo Bonnín; y de profesores, Antonio Ruíz y Guillermo Estarellas, dos dirigentes juveniles de Acción Católica.
Al acto de clausura del Cursillo de 1946 asistió ya el Consiliario diocesano Sr. Dameto, en lo que constituyó sin duda el primer espaldarazo que la iglesia diocesana, como tal, dio al nuevo sistema
El tercer Cursillo de la historia se celebró en 1947, del 16 al 20 de abril, dirigido espiritualmente por D. José Estelrich, con Eduardo Bonnín de rector y un solo profesor, José Seguí.
En 1948 fueron dos los cursillos que se impartieron con el nuevo método, y en fechas muy próximas entre sí. El primero de ellos se dio en Semana Santa, y en él dirigió el “retiro espiritual” el Padre Amengual y asumió la dirección espiritual el Padre Bartolomé Nicolau, mientras actuó de rector José Ferragut, integrando su equipo de profesores Eduardo Bonnín, Bartolomé Riutort y Juan Mir.
El siguiente Cursillo tuvo lugar en el mes de abril, también de 1948, bajo la dirección espiritual compartida de D. José Estelrich y D. Miquel Sastre, siendo su rector nuevamente Eduardo Bonnín, y profesores Onofre Arbona y Antonio Salvá.
Los Cursillos de Cristiandad empezaron en agosto de 1944 y se oficializaron y enumeraron a partir del celebrado el 7 de enero de 1949.
Dicho “cursillo nº 1” tuvo por Director Espiritual a D. Guillermo Payeras y por rector a Eduardo Bonnín.
La aceleración histórica que se produjo en 1949 obligó a Eduardo a reflexionar nuevamente en profundidad, para que la afluencia y la cantidad de cursillistas no impidiera la sedimentación de esos grupos de amistad que consideraba ya desde 1944 como lo más esencial del Poscursillo. De esta reflexión surgió casi de inmediato el diseño metodológico de la “reunión de grupo”.
La asamblea anual de 1949, que tuvo lugar en noviembre, incluyó una ponencia sobre Grupos, que zanjó definitivamente la cuestión, incorporando la reunión de grupo semanal como elemento específico y esencial del método.
La semilla de cursillos se ha expandido por el mundo y Eduardo ha ido tras ella, fertilizando y fermentando los ambientes en los que está llamada a crecer. “No tengo un cuenta kilómetros en los pies” es algo que le gustaba decir a Eduardo para no repasar el itinerario internacional de su vida y para escabullirse de la significación que le daba el haber proclamado el Evangelio. Eduardo estuvo tres veces en China. En 1966 viajó a Brasil, Nueva York y Perú; en el 67 a Bolivia, Costa Rica, Miami y participó el la III Convivencia Nacional de Dirigentes en Guadalajara. El 4de mayo de 1968 acudió a la Ultreya de Fátima…En 1998, después de una década, regresó a Chile y llegó hasta Tuvulú, Santiago, Valparaíso y Termuco. También este año viajó a Bolivia, Guatemala, México y estuvo en Rávena y Padua…
En los cinco continentes hay constancia del fermento que ha producido esta semilla.
Después de toda una vida dedicada al amor a Dios y a las personas, estando siempre contento, pero no satisfecho, como decía él.
El día 6 de Febrero de 2008 fallece Eduardo, fue enterrado en la iglesia de los Capuchinos y en su tumba reza lo que él siempre dijo que era: Un Aprendiz de Cristiano.
FEBA

viernes, 26 de enero de 2018

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta Viernes, 26 de enero de 2018

De la Lectura de hoy, de la segunda Carta del Apóstol san Pablo a Timoteo (1,1-8), podemos destacar tres palabras que indican cómo se debe trasmitir la fe: “hijo”, “madre y abuela” y “testimonio”.

La primera palabra es hijo. Pablo “engendra” a Timoteo con la locura de la predicación, y esa es su paternidad. Le llama “hijo querido”, pero también habla de lágrimas, porque Pablo no adorna su anuncio con medias verdades. Lo hace con valentía. Y eso es lo que hace de Pablo padre de Timoteo. Por eso la predicación no puede ser tibia. De hecho, siempre la predicación —permitidme la palabra— “abofetea”, es un bofetón, un guantazo que te remueve y te lleva adelante. Pablo mismo dice: “La locura de la predicación”. Es una locura, porque decir que Dios se hizo hombre y luego fue crucificado y después resucitó… ¿Qué le dijeron a Pablo los habitantes de Atenas? “Bueno, ya te escucharemos otro día”. Siempre, en la predicación de la fe, hay una pizca de locura. Y la tentación es el falso sentido común, la mediocridad: “Bueno, no exageremos, tampoco es para tanto…”. ¡Eso es la fe tibia!

La segunda palabra es testimonio. La fe debe trasmitirse con el testimonio, que da fuerza a la palabra. “¡Mirad cómo se aman!”, decían de los primeros discípulos, reconociendo en eso que eran cristianos. Hoy, uno va a cualquier parroquia, y oye qué dice este de aquel o del otro…, y en vez de decir cómo se aman, dan ganas de decir: “¡Cómo se despellejan!”. ¡La lengua es un cuchillo para despellejar al otro! ¿Cómo puedes trasmitir la fe con un aire tan viciado de chismorreos y calumnias? ¡No, buen ejemplo! “Mira, ese nunca habla mal del otro; aquel hace esta obra de caridad; el otro, cuando hay algún enfermo, va a visitarlo… ¿Por qué lo hacen? Surge la curiosidad: ¿por qué esa persona vive así? Con el ejemplo nace la pregunta del porqué allí se trasmite la fe: porque tiene fe, porque sigue las huellas de Jesús. De ahí, el daño que hace el anti-testimonio, el mal ejemplo: quita la fe, debilita a la gente.


Madre, abuela: la maternidad es la tercera palabra. La fe se trasmite en un seno materno, el seno de la Iglesia, porque la Iglesia es madre, la Iglesia es femenina. La maternidad de la Iglesia se prolonga en la maternidad de la madre, de la abuela. Conocí en Albania a una monja que durante la dictadura estuvo en la cárcel, pero de vez en cuando los guardias la dejaban salir un poco, y ella paseaba a lo largo del río, mucho; tanto que la dejaban ir, pensando: “¿Qué va a hacer esa pobrecilla?”. En cambio, ella era lista y las mujeres, sabiendo cuando salía, le llevaban a sus hijos y ella los bautizaba a escondidas con el agua del río. Un bonito ejemplo. Y yo me pregunto: ¿las madres, las abuelas, son cómo estas dos de las que habla Pablo: “tu abuela Loide y tu madre Eunice” que te trasmitieron la fe, la fe sincera? “Bueno, sí, ya aprenderá cuando vaya a la catequesis”. Os digo que me causa tristeza cuando veo niños que no saben hacer la señal de la Cruz; saben que deben hacer algo, y hacen un garabato, porque les falta la madre y la abuela que se lo enseñe. Cuántas veces pienso en las cosas que se enseñan en la preparación al matrimonio. A la novia que será madre: ¿se le enseña que debe trasmitir la fe? Pidamos al Señor que nos enseñe como testigos, como predicadores, y también a las mujeres como madres, a trasmitir la fe.

jueves, 25 de enero de 2018

Por el derecho al diálogo


Sería muy ilógico negar que la causante en la mayoría de los conflictos, situaciones de enfrentamientos y desavenencias entre quienes componen la sociedad, en todos sus núcleos integrantes; social, político, económico y también en el religioso, es la falta de comunicación.
No es una problemática nueva o que esté de moda en tiempos modernos sino que, siempre y a lo largo de la historia han existido problemas que muy fácilmente pudieran haberse evitado y así lograr una mejor convivencia, pacífica y armoniosa que beneficie a todos por igual.
¿Sueño utópico?  Para algunos pudiera ser, pero para este servidor, soñador de mejores tiempos de paz y armonía, es un proyecto de acción del día a día.
Afirmo que la causa principal de nuestras desavenencias es la falta de comunicación, la falta de dialogo.
La carencia de este elemento ha provocado que los padres no se entiendan con los hijos y los hijos vivan con rencores hacia sus padres.
La falta de dialogo ha sido factor importante en la problemática general de los matrimonios, donde no hay comunicación, no hay entendimiento y por lógica no hay sana convivencia.
Es la misma falta la que provoca la desinformación y la incomprensión entre gobernantes y gobernados.
Pero para empezar hay que conocer a fondo lo que dialogo es y debería ser.
El diálogo es una forma de expresión o modo de comunicación entre dos o más personas que intercambian ideas, opiniones, sentimientos o información de manera escrita u oral. Del griego dialogus, el prefijo diá significa “por medio de”, y la raíz logos: “estudio”, lo que indica que por su origen diálogo significa “a través de la palabra”, “discurso racional” o conversación.

En otras palabras dialogo significa el intercambio de ideas, pensamientos, puntos de vista, entendimiento hacia la posición de las partes en dialogo y participación activa de todos los involucrados, porque de otra manera si una sola parte acapara todo el tiempo y la atención se convierte en monologo y los monólogos nada resuelven, al contrario, solo ahondan en la problemática.
Hoy día quisiera expresar, con líneas rectas y sencillas, mi sentir sobre algunos aspectos que están afectando al Movimiento de Cursillos de Cristiandad a nivel mundial, en específico sobre el cambio de sede de la Organización Mundial de Cursillos.
Dudas, temores, inquietudes han sido plasmadas en correros electrónicos, conversaciones telefónicas, cartas abiertas y un sinfín de intentos  con el único fin de unificar criterios sobre la conducción y ejecución de nuestro amado movimiento.
Tal vez en algunos momentos el apasionamiento en defender nuestras posturas, ha rebasado la débil línea que separa la prudencia con la falta del respeto ajeno.
Y esto lo afirmo sin señalamientos de culpabilidad de alguno de los bandos que se han formado.
Cada quien tiene la libertad de defender lo que cree.
Algo muy diferente es defender la verdad, aunque ello signifique la marginación social, a seguir propagando una copia falsa, vil y barata de la idea original.
Pero, ¿Cuál es la verdad? A mi entender verdad es aquella que no necesita factores ajenos que demuestren plenamente sus postulados.
Y es que, en cursillos,  hay verdades que algunos no quieren aceptar, aunque el tiempo y las circunstancias han demostrado lo que es cierto de aquello que lo aleja de dicha realidad.
Cursillos de Cristiandad tiene un derrotero histórico propio y esto es lo que avala su eficacia cuando es correctamente aplicado a quienes fue dirigido desde un principio, los marginados de las periferias, aquellos que están a la espera de la luz evangélica que ilumine sus vidas y su porvenir.
Todos los intentos de comunicación, de acercamiento, de invitación al dialogo han sido ignorados, a tal grado que ni siquiera se han dignado en acusar recibo de nuestros mensajes.
Muy al contrario la respuesta ha sido de más fiscalización del caminar del movimiento por el mundo entero, sometiéndolo a un consejo de notables en cuya composición no entran representantes de todas las corrientes de ideas que giran alrededor de Cursillos de Cristiandad.
Tal parece que ellos creen tener la verdad absoluta y que pueden cambiar todo lo verdadero con un tinglado que se acomode mejor a sus intereses.
Al denunciar abusos y faltas a la verdad de cursillos, estamos únicamente defendiendo los postulados que dieron vida  al movimiento y que duele  ver como son pisoteados los ideales originantes para construir algo completamente diferente.
Esta mañana un buen amigo me ha enviado el siguiente mensaje
“Ante personas que no escuchan y que piensan que solo lo que ellos dicen es lo correcto, tu actitud más productiva es el respetuoso silencio”
Me duele reconocer que: en reglas de urbanidad es lo correcto más luego me asalta la idea  de aquello que dice “El que calla otorga”
Y creo que no es momento de callar, pero tampoco es momento de gritar.
Es momento de dialogar en tono de unidad, en tono de cordura, en tono de paz y armonía que refleje nuestro ser y nuestro sentir como seguidores de Cristo; Fieles a un ideal de paz y de justicia para todos.
Habrá de concedernos todos  el derecho al dialogo pero que sea un dialogo que invite al conocimiento, a la reflexión, al discernimiento, al entendimiento, a la percepción de ideas y posturas, ¿Es mucho pedir?
Un dialogo en el cual  encontremos respuestas a muchas dudas, a muchas interrogantes en que basamos nuestras respectivas posturas.
Pedimos un dialogo constructivo y maduro.
Un dialogo que dé respuesta mis dudas tales como ¿Porque negar que Eduardo Bonnin Aguilo fue el seglar elegido por el Espíritu Santo para dar inicio al movimiento?
¿Por qué convertir las torres de servicio en torres de mando?
¿Por qué desvirtuar la finalidad de cursillos?
¿Por qué no reconocer y fortalecer el carácter Diocesano del movimiento?
¿Porque la excesiva clericalizacion de sus postulados?
¿Por qué negar el carácter netamente laical del movimiento?
Todo esto dentro de un gran abanico de interrogantes que se han venido formando desde hace mucho tiempo.
La posición y los argumentos de mi defensa están netamente basados en mis creencias  porque sinceramente creo en la sencillez de los orígenes laicos del movimiento,
Creo en la simplicidad de su metodología y creo en la objetividad de su finalidad.
Ya veremos lo que se tenga que decir de parte de nuestros interlocutores al otro lado de la mesa del dialogo.
Pudiera ser que al conocer sus argumentos se abriría un camino hacia la mutua comprensión que nos lleve juntos a una santa convivencia.
No se trata de uniformar los criterios, sino que simplemente se trata de trabajar juntos para la debida instauración del Reino de Dios en nuestros días.
Ya el tiempo pondrá las cosas en perspectiva y la verdad prevalecerá dentro del santo convivir de los trabajadores de la viña
Mientras tanto seguiremos navegando en un mar de incertidumbres en que cualquier movimiento de las partes involucradas crean nubes de tormenta en donde debe haber un mar siempre sereno que conduzca a puerto seguro al Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
Por mi tierra se dice que lo cortés no quita lo valiente a lo que agrego y transporto a esta problemática: La posición del profeta sigue teniendo vigencia en estos días: hay que seguir anunciando lo bueno que Cursillos pueda aportar al mundo y denunciar los abusos a los cuales enfrenta y que detienen sus verdaderos objetivos.
Ya recientemente se ha afirmado que el Movimiento le ha hecho un gran bien a la humanidad y a la Iglesia y que debemos de recordar que somos un movimiento de salida (a la periferia) y no dejarnos asfixiar al estar solamente encerrados entre las cuatro paredes de un templo.
Tenemos que ser aquello que gritamos con euforia “La Iglesia soy yo” pues llevemos esa Iglesia a donde aún no penetra la luz del amor y que desconoce el gran poder de la misericordia divina.
El papa Francisco ha expresado durante su visita a Chile que las bienaventuranzas no nacen de actitudes criticonas ni de la palabrería barata de aquellos que creen saberlo todo pero no se quieren comprometer con nada ni con nadie y terminan así bloqueando toda posibilidad de generar procesos de transformación y reconstrucción en nuestras comunidades, en nuestras vidas,
Luego el Papa añade; Frente a la resignación que como un murmullo grosero socava nuestros lazos vitales y nos divide, Jesús nos dice; Bienaventurados los que se comprometen por la reconciliación.
Felices son aquellos que son capaces de ensuciarse las manos y trabajar  para que otros vivan en paz
Felices aquellos que se esfuerzan por no sembrar división.
De esta manera la bienaventuranza nos hacer artífices de paz, nos invita a comprometernos para que el espíritu de la reconciliación gane espacio entre nosotros.
No hay que seguir ignorando los llamamientos a regresar a las fuentes de nuestro movimiento, a estudiarlo mejor para comprenderlo también mejor.
Llamamientos hechos a favor de lograr una unidad que esté dispuesta a lograr sus objetivos utilizando las herramientas que han puesto en nuestras manos.
Una vez más el Papa Francisco nos invita a no cansarnos de buscar el dialogo para la unidad
Llamar al dialogo no es sinónimo de debilidad o de haberse dejado vencer, llamar al dialogo significa voluntad y energía para buscar soluciones a lo que nos afecta por igual
Mientras tanto esto es solo una invitación más al dialogo y me apego a los derechos que como ser humano me corresponde pedir, en sus manos y en sus conciencias quedara su voluntad de concedérmelo.
José A. Sánchez

MMXVIII

viernes, 12 de enero de 2018

CARTA ABIERTA del amigo Toty Valdes

Toluca de San José, México, enero de 2018    
A MANERA DE JUSTIFICACIÓN:
A la luz de memorables momentos pasados al lado del hombre que a lo largo de su longeva y productiva vida, de siempre se significó por honrar la verdad-verdad a pesar de los pesares (“incomprensibles incomprensiones”), tuve ocasión de descubrir y comprender que en tratándose de las cosas del Señor, como de las cosas del hombre, es “imperativo categórico” intentar llamar las cosas por su nombre, a riesgo de causar escozor; y hacerlo, con apego a la verdad; con la mayor objetividad y juicio crítico posibles; sin estridencias, prejuicios o apercibimientos; sin complejos ni complejidades; sin guardar apariencias ni edulcoradas posturas que maticen lo dicho.
En mi condición de bautizado, a título estrictamente personal y bajo mí más completa responsabilidad, comparto con ustedes las siguientes líneas, con motivo del cambio de sede en el OMCC.
AMIGOS TODOS:
Con el 31 de diciembre llega a su término el período (2014-2017) para el cual fue electa la “unidad de servicio” que estuvo al frente del Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad (OMCC) teniendo a Portugal como país anfitrión. Etapa cabalmente singularizada por una infatigable labor, firme vocación de servicio y ejemplar fidelidad a la idea germinal, como a todos consta. Muchos y muy diversos fueron los retos, contratiempos y adversidades que debieron arrostrar y sortear en el propósito de mantener a buen recaudo la esencia fundacional, objetivo capital de su misión; que pusieron a prueba convicción, determinación y constancia. Y si bien, el salario del apóstol lo pone el Señor, la comunidad cursillista toda no puede menos que reconocer, justipreciar y agradecer expresamente el invaluable servicio prestado.   
Así, pues, las bases para seguir avanzando sólidamente en el propósito común de proclamar la mejor noticia de la mejor realidad con fidelidad al Carisma Fundacional, el que fue insuflado por el Espíritu Santo de manera univoca e inequívoca, están puestas consistentemente; no ha lugar a interpretaciones equívocas que a futuro justifiquen cambios a su esencia primigenia en ningún sentido. Gracias a su encomiable labor, y a la de aquellos que con igual esmero y fidelidad les precedieron en el camino, hoy podemos decir: “¡HABEMUS UNIDAD DE MENSAJE CON RUMBO!” Los frutos cosechados por L´Amo de la mies en ésta fértil etapa así lo confirman; quedan para la posteridad como prueba irrefutable del incansable trabajo realizado, pero también, y sobre todo, como ejemplo y pauta a seguir en los años venideros.
En tal virtud, estimados amigos portugueses, siéntanse orgullosos todos de poder decir con la frente en alto y sin faltar a la verdad: “¡LABOR CUMPLIDA!”
¡ENHORABUENA!... desde aquí, desde nuestro modesto metro cuadrado, hacemos llegar a todos ustedes un fuerte, afectuoso y agradecido abrazo de todo corazón con nuestros mejores deseos, en justo reconocimiento a su exitosa y esmerada labor.
AMIGOS TODOS:
Por otra parte, con el día 1° de enero del año en curso inició el período (2018-2021) para el que fue electa la comisión ejecutiva que estará al frente del OMCC, ésta vez, teniendo como sede a México. Consecuentemente, nada nos gustaría más que dar la más cordial bienvenida a los que llegan y augurar advienen tiempos de esperanzadora esperanza; de ilusionada ilusión; de creciente continuidad en el propósito común de anunciar el mensaje de lo Fundamental Cristiano que los Cursillos proclaman, con apego a sus singularidades y señas de identidad, las suyas, las propias… no otras.
Sin embargo, muy a nuestro pesar hemos de guardar discreción, reserva y esperar; hacer hincapié y llamar la atención acerca de una serie de “hechos” que, desde la perspectiva de un Movimiento eminentemente seglar, resultan inexplicables e imposibles de entender; que por su naturaleza y envergadura hacen albergar dudas y fundados temores; sobre los que no podemos menos que cuestionar y cuestionarnos; que no omitir o pasar por alto.
Llama la atención, por ejemplo: el desproporcionado andamiaje sacerdotal montado al interior del OMCC: Acaso quisquilloso reflejo del añejo recelo clerical hacia la seglaridad?... O lo que es peor: virtual paso a un esclerótico clericalismo, por naturaleza incongruente e incompatible en un Movimiento cuya quinta esencia primaria, primera, primigenia, sustantiva, esencial, es ni más ni menos que su seglaridad?...
Cuesta trabajo, pues, entender que en pleno Siglo XXI, con tantos avances en materia científica y tecnológica; con tantos complejos y complicados retos que nuestra santa y pecadora Iglesia tiene por delante en materia de Evangelización, tarea en que por cierto el seglar y lo seglar están llamados a jugar un papel determinante y decisivo; con tantos dolorosos escándalos, cuyo caldo de cultivo ha sido y es precisamente el clericalismo fariseo, pudieran estarse dando pasos en favor de resabios medievales que creíamos muertos y enterrados. La experiencia demuestra que, cuando hemos caído en la tentación de cabalgar a hombros del clericalismo, corremos el riesgo no de enturbiar o manchar, sino de literalmente liquidar un instrumento de renovación cristiana que tantos y tan apetecidos frutos ha dado en el propósito de proclamar el mensaje de Lo Fundamental Cristiano, cuando se les emplea a fondo, en la forma y finalidad para los que fueron pensados, estudiados y rezados, no de ningún otro modo o moda, No!...
Abrir las puertas al clericalismo -anacrónico por naturaleza- no es “pecata minuta” o asunto de poca monta; además de un dislate, el clericalismo es una amenaza real que en todo tiempo se cierne sobre el Movimiento con perniciosas, irreversibles e impredecibles consecuencias. El clericalismo reforma a la par que deforma, prostituye; desvía al Movimiento de su cauce natural; trastoca la esencia original, originaria y originante; todo lo que toca: nervio ideológico y teológico, esencias, raíces, señas de identidad, singularidades, notas características, fuentes primigenias y, por supuesto, quita al seglar todo el rol que el Movimiento de Cursillos le ha dado, precisamente como movimiento eminentemente seglar que es. Por todo esto no es extraño que a la sombra del clericalismo proliferen eximios “notables”, “personajes” genéticamente afectos al montaje de tinglados; al boato de las marquesinas y las pasarelas. A la sombra del clericalismo: las candilejas y los reflectores son puestos y dispuestos a modo que el oficialismo clerical y seglar destelle en el firmamento un dudoso papel “superstar”, completamente ridículo y fuera de lugar.
Ya se ha dicho tiempo atrás, prácticamente desde la primera hora: cuando el clericalismo sienta sus reales en el Movimiento, “…el método no está ya neta y escuetamente al servicio de Lo Fundamental Cristiano, sino que su energía, su empuje y su vigor se emplea para aumentar la proliferación anárquica de la flora y fauna de cosas pías ya existentes en cantidades astronómicas en la Santa Iglesia de Dios. Y cuando se busca la coartada del progreso y adaptación para salir del enfoque original y esencial [Carisma Fundacional], el peligro es aún mayor.”
Cuando hablamos de “clericalismo” lo hacemos como lo que es: como mal de enormes dimensiones, y en alusión a prácticas viciosas que deforman, desvían, contradicen y denigran la naturaleza sustantiva del ministerio sacerdotal, que en Cursillos tiene un papel, aquí sí, fundamental e irremplazable.
Cuando hablamos de “clericalismo” en ningún modo pretendemos descalificar, minimizar, subestimar o cuestionar la presencia y participación de uno de los elementos humanos más sentidos, queridos y respetados en el Movimiento de Cursillos: nuestros sacerdotes.
Cuando hablamos de clericalismo lo hacemos preocupados porque la siempre reconfortante y estimulante actuación sacerdotal, al lado (no delante ni atrás) del también imprescindible elemento seglar, se mantenga en sano equilibrio: sacerdotes (sacerdotal sacerdocio) y seglares (seglaridad seglar) en armónica unidad; lo espiritual y lo material “…en aleación ensamblada y articulada de manera viva, efectiva, cordial y orgánica”.
Cuando hablamos de clericalismo lo hacemos pensando en el Decreto “Sobre el apostolado seglar” del Vaticano II, que veinte años después del principio del principio vino a reivindicar la libertad y el pluralismo de los seglares en la Iglesia; a ensanchar los límites y las formas de ser cristiano en el mundo; a significar “puntas de avance” en la pastoral y en el “apostolado organizado” de siempre; dando mayor importancia a la autonomía de los seglares; más cancha para que, sin dejar de sentirse miembros vivos de la Iglesia, pudieran moverse y desempeñarse en el mundo, al ritmo del mundo, en su mundo.
Cuando hablamos de clericalismo, lo hacemos inspirados en aquellas iluminadoras palabras:
“… el seglar no es para hacer cosas, [no es] para hacer hacer cosas, [no es] para asistir a actos, [no es] para hacer asistir a actos, sino para que creciéndose y desarrollándose ahí donde el Señor [no el señorito] le ha plantado con fe, con esperanza y caridad [con ilusionada ilusión], hecha vida por su conexión con Cristo, pueda ser manantial inagotable de sentido emisor de autenticidad, e impulsar de energía y alegría evangélica en su familia, en su trabajo y en su diversión [en su metro cuadrado].”
Qué tan preocupante y grave ha de ser éste flagelo del clericalismo, para que el Santo Padre se haya visto en la imperiosa necesidad de levantar la voz y alertar. Hace no mucho le oímos decir no sin pena y dolor: “El peor desliz que el ‘hombre consagrado’ puede llegar a cometer en su insensatez jerárquica, es obstaculizar (ir contra, contrariar) la Voluntad del Señor”. Eduardo diría: “tocar a la rosa, apagar el espíritu.”
En nuestra “rara avis” costumbre de llamar las cosas por su nombre, es “normal” y hasta creíble se piense que, tras comentarios como estos en que el tema del clericalismo es centro de atención, subyacen prejuicios, alguna negra intención u otro tipo de insana animosidad; nada más lejos de nuestro interés. Y precisamente para evitar interpretaciones ociosas que prohíjan confusión, además de confrontación y desencuentro, nadie mejor para dar luz sobre el particular que la voz autorizada del propio pontífice.
A continuación, fragmentos de la nota que el santo padre remitió al cardenal Armand Ouellet el 19 de marzo de 2016, como resultado (fruto pastoral) del encuentro de la Comisión para América Latina y el Caribe, en que manifiesta con amplitud y sobrada claridad su ostensible pesar y no poca preocupación sobre el tema en cuestión, y lo hace, así lo expresa: para que “no caiga en saco roto”.
HABLA EL SANTO PADRE:
"[El clericalismo] tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente… El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como 'mandadero', coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir, osadías necesarias para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político. El clericalismo lejos de impulsar distintos aportes, propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos. El clericalismo se olvida que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia le pertenece a todo el Pueblo de Dios (cfr. LG 9-14) y no solo a unos pocos elegidos e iluminados".
Solo le faltó decir: “¡Escuchen bien cursillistas!...”
AMIGOS TODOS:
La historia de la Iglesia registra hechos que han obligado al Santo Padre a pedir perdón en más de una ocasión. Cuando en “las cosas del Señor” las tentaciones, las ocurrencias, los caprichos, las frivolidades, las infidelidades… del señorito están a la orden del día, y más aún, cuando a la sombra del clericalismo conspicuos “personajes” se encumbran en los espacios operativos del Movimiento para llevar agua a sus molinos de siempre, las consecuencias han sido terribles: las UNIDADES DE SERVICIO trastocan en TORRES DE MANDO. En lo metodológico: desviación, extravío, deformación, prostitución. En lo estructural: directriz jerárquica paternalista, por definición autocrática, autoritaria, arbitraria y prepotente. Y si a la desmedida presencia clerical se suma una “elite” de seglares adherentes, obsecuentes, siempre a la orden y asequibles a levantar la mano cuando se les indique, no es difícil imaginar lo que el “desatino” es capaz.
Digámoslo con claridad: las ocurrencias y caprichos del señorito que de tiempo atrás se anteponen a la Voluntad del Señor, no son un buen augurio en los días que están por venir. Va siendo tiempo de reflexionar en hora serena… y actuar en consecuencia.
“UNIDAD DE MENSAJE CON RUMBO”
¡De Colores!Toty