Acerca de nosotros

Somos un grupo de cursillistas que vivimos en Canadá y queremos ser fieles al Carisma Fundacional del Movimiento. Carisma recibido por Eduardo Bonnín, fundador del mismo. Nuestro deseo es propagar el Carisma del Movimiento. De esta manera se podrá continuar con lo que Eduardo fundó. Evitando así las desviaciones, modificaciones o agregados que con buena intensión se hacen pero que se alejan de lo que son verdaderamente los Cursillos de Cristiandad.

Eduardo define así:

"El Cursillo de Cristiandad es un movimiento que, mediante un método propio, intenta, y por la gracia de Dios, trata de conseguir que las realidades esenciales de lo cristiano, se hagan vida en la singularidad, en la originalidad y en la creatividad de la persona, para que descubriendo sus potencialidades y aceptando sus limitaciones, vaya tomando interés en emplear su libertad para hacerlas convicción, voluntad para hacerlas decisión y firmeza para realizarlas con constancia en su cotidiano vivir personal y comunitario".

viernes, 23 de marzo de 2012

La culpa es negra. La culpa es horrorosa. ¿Qué tendrá la culpa, que todos se la sacuden?

La culpa es negra. La culpa es horrorosa.
¿Qué tendrá la culpa, que todos se la sacuden?
Hay guerra en cualquier continente. Oíd a unos. Tienen razón. Oíd a los otros. También tienen razón. Todos tienen razón. Nadie tiene culpa. Y, mientras tanto, millones de seres humanos mueren achicharrados entre alaridos.

Id a cualquier cárcel. Hablad con los asesinos, los ladrones, los criminales, los estafadores. Todos son inocentes, según ellos. Ninguno admite su culpa. Os hablarán de circunstancias, de malos quereres, de errores. Todos tienen razón. Todos se justifican en algo o en alguien. Y detrás de ellos un río de delitos.

Hablad con ese muchacho. Ha destrozado la pureza de una mujer. Le ha arrebatado su mayor tesoro. Ha pisoteado una flor. Él os dirá que no tiene la culpa. Él os dirá que tiene razón. Y detrás de él, una mujer desesperada, rota, preñada, que llora inconsolablemente.

Hablad con ese rico. Ha subido como la espuma. Decidle que es sospechosa una ganancia de quince millones, en dos semanas. Preguntadle de dónde ha salido su último coche. Él os hablará de dividendos. O de divisas. O de permisos. Él tiene razón. Él no tiene culpa. Y detrás de él, al lado de él, familias que se acuestan sin haber comido nada caliente, sin saber si comerán mañana.

Mirad a esa muchacha. Cómo anda. Cómo se exhibe. Cómo se mueve. Cómo se ofrece. Todos la miran. Todos la desean. Todos se vuelven encendidos cuando ella pasa provocativa. Pero ella es inocente. Ella os dirá que no tiene culpa. Y por causa de ella mueren purezas todos los días y todas las noches.

La culpa es negra. La culpa es horrorosa.

Y la llevamos encima. Todos. Cada uno la suya. Pero nos espanta. Y no la queremos ver.

Lo malo es que un día, el último día, nos van a enfrentar con ella. Con la culpa negra. Cara a cara. Sin excusas esta vez. Sin tapujos ni mentiras.

Y sin amnesias.
Valentín Galindo